30 de setembre del 2008

Hoy, ayer y mañana

Y así, de repente, me encontré a mi mismo buscando algo que creí olvidado de hace tiempo, atónito, miraba a ambos lados persiguiendo una respuesta que no llegué a vislumbrar. Mi cuerpo, mi alma, sentían esa irrefrenable necesidad de descubrir, poco a poco, cada uno de los secretos que guardaba adentro suyo. No bastaba el encuentro casual o la estancia superficial, me alegraba escudriñar en sus ojos y ver más que un simple reflejo de los míos; sentirla sin ni siquiera rozarla y ver que no erraba, cuando lanzaba un suspiro fulgurante y su mirada se encendía como un diamante bien tallado, con vértices demasiado agudos.

Nunca dejará de sorprenderme esta asombrosa facilidad con la que el cambio constante asedia mi mente y desborda mi futuro, ayer era yo y nadie más, hoy eres tú, principalmente tú. Y en estos momentos me veo de la mano de Cortázar, cuál Horacio persiguiendo a la Maga entre la neblina que cubre las calles de París. Me lanzo a redescubrir las noches que pasamos e intuyo el deseo de un retorno necesario, de una aventura ya empezada que toma clandestinamente otra dimensión. Esta reencontrada necesidad ¡como la echaba de menos! Por sí misma sobrepasa los límites de mi propio egoísmo para adentrarse en tu pensamiento y conseguir dibujar en tus labios un esbozo de sonrisa, un beso de felicidad…

[Arnald]