20 d’abril del 2009

El columpio


Quizás esto tan difícil de explicar es eso que tanto me pregunto, eso que me hace tan humano, tan débil. La libertad me repudia, el aire parece gelatinoso a mí alrededor y nada va más allá de la simplicidad de un sórdido paisaje que se abre ante mis pies; de repente, todo me es tan ajeno que creo verme como una sombra tenue, increíblemente alargada ante un crepúsculo que tiñe el mar con ribetes plateados. Sé que no me conozco, ni tan sólo tengo la certeza de que mi nombre sea el que realmente creo que es. Intento forjar, de nuevo, una sólida estructura a la cual poder anclar un pedazo de mi vida, no desespero pero sé que es difícil, prácticamente imposible. Lo anhelo, lo deseo, descubrir esa geometría emotiva que me mantenga al margen de los abismos, capaz de apuntalar los frágiles pilares de cualquier estado de equilibrio. ¿A caso existe?

Quizás la cuestión va un poco más allá; realmente que más da si existe, cuando con desconcierto empiezo a darme cuenta de que, cómo prácticamente todo, es simplemente prescindible. El azar, el caos, el no saber el que será del mañana me excita, me hunde en una sensación de levedad contenida. Es cierto, como por inercia mi vida ha ido asomándose a este estado de ingravidez, al presente más puro que no va más allá del horizonte de lo posible que, a su vez, es infinito. Como por inercia me he ido asomando, y esa misma inercia me ha empujado de nuevo al deseo de un futuro definido, de unos horizontes más concisos pero no menos bellos. Y en este vaivén vive mi esencia, el más hondo sentido de mi realidad, el columpio, la balsa, la hamaca de los días y las noches. Sí, soy feliz y siempre he deseado serlo. A pesar de ello no renuncio a mi angustia porqué la creo necesaria, porque me impulsa a lanzarme buscando la velocidad de un presente desdibujado y dichoso. Y ahora podré decirte que no creo en el amor, pero lo considero posible en un mundo que todavía no es el mío y, entretanto, quizás lo busque sin quererlo, quizás simplemente busque la sensualidad de un encuentro y el deseo de un cuerpo desnudo, el instante poético, la madurez del placer.

Y ahora que tu ausencia empieza a ser soportable, me veo de nuevo despertar, veo como los brotes de una conciencia olvidada empiezan a asomar y, a su vez, este viento va despejando el camino del hoy de las hojas del ayer.

[Arnald]

1 comentari:

La Guardiana Del Oráculo ha dit...

Hay que vaciarse para dejar brotar lo nuevo, y eso sólo puede hacerlo el tiempo prudente que nuestra alma necesita para expandir sus alas de nuevo...
Besos